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¿Vas a ir hablando así por la calle? Reflexiones sobre el avergonzamiento lingüístico

Este articulo es una contribución externa de María Méndez Santos, profesora y secretaria del Instituto de investigación iLingua de la Universidade de Vigo. Es doctora en Lengua Española. Sus líneas de investigación se centran principalmente en la enseñanza de idiomas, la morfología del español y la discriminación lingüística. 

El vaso siempre se colma con una gota. La última.

El vaso siempre se colma con una gota. La última. A veces ni siquiera es la peor, pero es justo el momento en que alguien explota por no poder soportar más una situación. Esto se debe a que para llegar a ese estado límite antes ha habido otras muchas gotas (situaciones) molestas, incómodas, vergonzantes, humillantes, etc. 

Nos podemos imaginar que dichas situaciones se pueden originar en comentarios impertinentes sobre la capacidad o incapacidad de una persona de hacer algo, sobre su aspecto, sobre sus orígenes étnicos o raciales, sobre su vida sexual y personal, etc. Pero no solamente. El cuestionamiento de la identidad lingüística de una persona es otro mecanismo más de avergonzamiento social.

La vergüenza es una emoción compleja que está socialmente condicionada, no es universal y está culturalmente condicionada (Etxebarría, 2008). Se podría decir que una persona que vive en sociedad busca salvaguardar -en líneas generales- su cara pública (public face, Goffman, 1967). Esto se debe a que la apariencia conecta y se basa en respetar (o no) unos códigos y expectativas sociales (Goffman, 2021). Es decir, las otras personas juzgan nuestro estatus y apariencia en función de múltiples factores (aspecto físico, ropa, coche…). Cuando existe una discordancia entre las expectativas sociales y cómo se presenta una persona en sociedad pueden surgir, como comentábamos, situaciones de incomodidad, maltrato, discriminación e incluso exclusión social. Por todo ello es fundamental entender por qué se genera la vergüenza.

Entre los elementos que rigen nuestro estatus social se encuentran también claves lingüísticas además de aspectos -como adelantábamos- como el nivel educativo, la clase social, el origen étnico, la situación legal, el género y la identidad de género, la profesión, la edad, etc. En otras palabras, la gente juzga y califica a otros individuos por sus características sociales, pero también lingüísticas sean estas su nombre, su estatus como hablantes (nativo no nativo, por ejemplo), su(s) lengua(s) y los estatus de las mismas o la forma en cómo las habla (de forma neurotípica o no, siguiendo el estándar o no, empleando una forma prestigiosa socialmente o no, usando una tipología de lengua prestigiada -lengua oral versus lengua de signos-, etc.).

Un comentario aislado sobre cualquiera de estas características sociales de un individuo puede parecer inocente. Pasa. Esa persona se avergüenza episódicamente. Pero solo ha sido una vez. Posiblemente se olvide de ello rápidamente. No obstante, la aparición frecuente de este tipo de experiencias sociales de vergüenza puede generar en el individuo sentimientos de inferioridad, confusión, inseguridad, etc. e incluso que hacerle llegar directamente a evitar encontrarse en ellas. Esto es aplicable a la forma de vestir, por ejemplo, pero también a la forma de hablar. Si me critican mi ropa, no volveré a ponerme este modelo; si me critican mi forma de hablar, dejaré de hablar de ese modo.

Este tema no es baladí. Estas situaciones de avergonzamiento pueden tener consecuencias graves en la vida de los individuos. Hay estudios que demuestran que un acento o nombre extranjero puede implicar mayores dificultades para acceder a un trabajo o a un piso de alquiler. Asimismo, por ejemplo, se supone que ser multilingüe mejora la empleabilidad de una persona, pero generalmente eso solo ocurre si las lenguas implicadas se consideran prestigiosas, internacionales o europeas como ítems de estatus de élite (bilingüismo de élite versus bilingüismo plebeyo). Por el contrario, si se dominan lenguas no prestigiadas (minorizadas, de migración, de países más pobres…), el efecto no es el mismo, normalmente, de hecho, es el contrario. 

En otras palabras, que te estigmaticen y hagan sentir vergüenza puede llevar a un hablante a sentir -en grado de menor a mayor gravedad- vulnerabilidad lingüísticamalestar lingüísticovergüenza lingüísticainseguridad lingüística (García y Espinosa, 2020; Gerald, 2022), autoodio (Ninyoles, 1969; Montoya Abat, 2015) e incluso a experimentar un trauma lingüístico (Busch y Macnamara, 2019).  

En particular, este fenómeno que estamos llamando avergonzamiento lingüístico (o language shaming por similitud a otros términos como body shaming conocidos por la sociedad en general) puede desencadenar que una serie de situaciones muy diversas. Pongamos algunos ejemplos:

  • Una persona migrante puede cambiar su nombre para encajar mejor en la sociedad de acogida y rechazar también su cultura familiar.
  • Un hablante de una lengua minorizada (reprimida, desprestigiada) la puede abandonar para dejar de sentirse mal (autoodiarse) (Nguyen, 2019) y aspirar a mejoras sociales porque entiende que su lengua se lo impide.
  • Un hablante de una variedad de una lengua (alguien que hable andaluz, murciano, etc.) puede cambiar su forma de hablar a una forma más estandarizada para que nadie le etiquete como incompetente, gracioso, vago, ignorante, etc. 

Estos ejemplos de comportamientos son la consecuencia de haber interiorizado el discurso público y social sobre su invalidez social, su inadecuación, su incompletitud o su falta de calidad social. Todos estos ejemplos son actos patentes de las consecuencias de la discriminación lingüística

Esta se puede manifestar a través del language shaming, con suspicacias y hostilidades e incluso con violencia simbólica, institucional y física. Pudiera parecer exagerado este último aspecto, pero no lo es. En muchos países no se respetan los derechos a la interpretación y a recibir la información bien explicada en el ámbito social, sanitario o judicial a personas migrantes o refugiadas con lo que se genera una situación de vulnerabilidad lingüística (Reynolds y Brickley, 2024).  En Estados Unidos o Reino Unido se avergüenza a hablantes de lenguas consideradas la no “pura” y propia del país: el inglés de los blancos. Es más, hay cientos de vídeos virales donde un blanco americano grita a una persona “migrante”, o llama a sus jefes mientras trabaja, o incluso, llegan a golpearlos. En la opresión lingüística del Estado español son de sobra conocidos los castigos físicos que se le imponía a los niños que hablaban catalán, euskera, gallego… en las escuelas durante siglos (Callón, 2024). 

En nuestras investigaciones sobre avergonzamiento lingüístico que verán la luz en 2026, hemos trabajado, por ejemplo, con hablantes andaluces. El 84.74% de la muestra de 118 personas dijo que había recibido comentarios sobre su forma de hablar a lo largo de la vida. Es decir, se sienten socialmente marcados y señalados por su forma de hablar. Estos comentarios -ya sean positivos o negativos- les etiquetan socialmente de una forma que no ocurre con otros hablantes. Algunos informantes son conscientes de que sus circunstancias les hacen enfrentarse a situaciones que otras personas no experimentan: “Tengo que decir de dónde soy cuando a nadie más se le pregunta y cosas así” (i10, cuestionario). 

Si se profundiza en todos esos comentarios que estos hablantes han sufrido se pueden clasificar, de forma exploratoria, diversos tipos de mecanismos de avergonzamiento lingüístico

  • Estereotipación: Adjudicar al hablante rasgos que identifican a su comunidad los representen realmente o no.

Ejemplo: “Ahora no. Cuando era joven, a veces. Me pedían que hablara para oír mi acento, me preguntaban si sabía bailar sevillanas… (informante 26, cuestionario).

  • Imitación y burla: Hacer burla e imitar la forma de hablar del interlocutor como forma de parodia social, pero sin gracia para el interlocutor.

Ejemplo: “A veces sí, suelen ser de imitación” (informante 10, cuestionario).

  • Inseguridad lingüística: Sentimiento de inseguridad que se genera en el hablante que hace que esté a la defensiva, se cuestione cómo quiere presentarse o hablar. Ante la duda de si le van a tratar mal, como le suele ocurrir, se autoprotege.

Ejemplo: “Sí, yendo a clase fuera de Andalucía, de primeras no quería que se me notase tanto e intenté modularlo, era la única q no era de la zona norte de España y no quería que se me señalase” (informante 18, cuestionario).

  • Ofensa, represión o prohibición: Situaciones donde se oprime, ofende o prohíbe a un hablante expresarse en su lengua o variedad.

Ejemplo: Si, en la universidad un profesor me prohibió usar mi acento para intervenir en su clase (Informante 56, cuestionario).

Las consecuencias de dicho avergonzamiento son, como ya se ha comentado, inseguridad, vergüenza, etc. Incluso pérdida de autoestima: “Es algo por lo que me sentí tan martilleada que hasta cuando cojo el teléfono me sale cambiar el acento» (informante 32, entrevistas).

Después de realizar este estudio, se puede afirmar que algunos hablantes cambian su manera de hablar, de forma más o menos inconsciente, según varios factores. En primer lugar, el grado de estigmatización de su variedad o lengua; en segundo lugar, el contexto de la conversación (formal, informal; en un entorno profesional o no…); en tercer lugar, la relación jerárquica entre los hablantes presentes en el acto de habla (profesor/estudiante, jefe/empleado, entrevistador/entrevistado); en cuarto lugar, la edad del hablante y su empoderamiento lingüístico; en quinto lugar, la dependencia crítica de que la conversación salga bien (por ejemplo, en una entrevista de trabajo); y, en sexto lugar, la ideología y la identidad política y nacional (si se identifican activamente con su identidad lingüística). Por ejemplo, la informante 8 (entrevistas) afirma que “desactiva la alerta” si percibe buenas intenciones en su interlocutor y decide hablar con naturalidad. La informante 11 ilustra la misma inseguridad y ansiedad lingüística incluso en un contexto personal: “En la boda en Salamanca, fui con la idea de que…”, quizás anticipando que alguien haría algún comentario desagradable sobre su forma de hablar y que no podría disfrutar del evento.

Por todo lo explicado, es fundamental seguir reflexionando sobre los mecanismos de discriminación y opresión lingüística porque dichas situaciones no favorecen la armonía social, por lo que conocer más de cerca los mecanismos de language shaming debería ser un tema de mayor actualidad social. 

Este artículo es resultado de las investigaciones del proyecto ESTIGMA (II Concurso Nacional para la Adjudicación de Ayudas a la Investigación en Humanidades 2025 de la Fundación Ramón Areces). El proyecto ESTIGMA (Estudio sociolingüístico, actitudinal e identitario de la glotofobia y microagresiones en español actual en España) tiene como finalidad analizar las causas y consecuencias de la discriminación lingüística en el contexto español, evaluando su impacto en distintos ámbitos de la vida social: residencial, laboral y privado. La investigación parte de dos preguntas principales: (1) cómo se manifiesta la discriminación lingüística en espacios públicos como el trabajo o el mercado inmobiliario; y (2) cómo se refleja en los ámbitos personales y privados.

Bibliografia

Busch, B., & Macnamara, M. (2019). Trauma and language loss. In Language, Migration and Trauma (pp. 325–337).

Callón, C. (2024). O libro negro da lingua galega. Xerais. 

Etxebarría, I. (2008). Emociones sociales. In F. Palmero & F. Martínez (eds.), Motivación y emoción (pp. 275-309). McGraw Hill. 

García, O. & Espinosa, C. (2020). Bilingüismo y translanguaging. Consecuencias para la educación. In L. Martín Rojo & J. Pujolar (eds.), Claves para entender el multilingüismo contemporáneo (pp. 31-61). Prensas de la Universidad de Zaragoza.

Gerald, J. P. B. (2022). Antisocial Language Teaching: English and the Pervasive Pathology of Whiteness. Multilingual Matters.

Goffman, E. (1967). Interaction ritual: Essays on face-to-face behavior. Pantheon Books.

Goffman, E. (2021). La presentación de la persona en la vida cotidiana. Amorrortu Editores. 

Montoya Abat, B. (2015). Quan parlava el castellà se’m notava que jo era de otra nación: Interrupció de la transmissió del català i autoodi entre els arrossers valencians d’Isla Mayor (Sevilla, Andalusia). Els Marges, 106, 29–55.

Ninyoles, R. (1969). Conflicte lingüístic valencià. Publicacions Universitat d’Alacant. 

Nguyen, H. D. (2019). Language shaming practices on YouTube: Ideologies of English in Vietnam [Master’s thesis, University of Jyväskylä].

Reynolds, J. & Brickley, K. (2024). Addressing issues of (linguistic) vulnerability in researching UK asylum-related advice contexts: reflections on practice. Language and intercultural communication, 24(5), 527-542.